Quien a hierro mata...

La memoria tiene las patas cortas, dicen. Y debe ser cierto. Escucho las declaraciones de Rajoy, sus respuestas a los perodistas (¡gracias, Dios mío, no más "ruedas de prensa" sin preguntas, ergo declaraciones!), en las que se quejaba del acoso y derribo del Gobierno y de la prensa, de las filtraciones del sumario, que no hacían más que promover un juicio paralelo en la opinión pública con el objetivo de dañar la imagen del PP.

Y seguramente tiene algo de razón, pero es algo de lo que no debería quejarse, ya que él mismo ha promovido con anterioridad actuaciones similares contra miembros del Gobierno al que critica. Tal vez no recuerde el Sr. Rajoy que, no hace mucho, iniciaron una campaña similar contra un Ministro de Justicia, al que se empezó recriminando el cazar sin licencia y se le terminó acusando, sin pruebas y sin presentar denuncia por ello, de conspirar con jueces y fiscales para actuar contra el PP mediante, que casualidad, el caso Gürtel. Al final el Ministro acabó dimitiendo, las acusaciones quedaron en nada, las comisiones de investigación ya no interesaban. ¿Se buscaba la verdad? No, se buscaba derribar al ministro. De aquellos barros, estos lodos.

Lo que demuestra este tipo de actuaciones es que lo que interesa no es buscar la verdad, no es servir al pueblo, no es mejorar el país, sino el acoso y derribo del contrario, a cualquier precio, un "quítate tú para ponerme yo" y, una vez arriba, asirse al sillón como una garrapata, a la que no se puede sacar ni con agua caliente. Se siembra la duda, se acusa sin pruebas, se insinúa, se filtran informaciones a medios afines, no importa si son verdades, medias verdades o mentiras disfrazadas: calumnia, que algo queda.

Estos son los políticos que tenemos. ¿Nos los merecemos? Probablemente sí. Los hemos escogido nosotros, y no parece que nos preocupe lo suficiente como para hacer algo para remediarlo.

En una de las peores crisis que se recuerdan, nuestros políticos no hacen más que tirarse los trastos a la cabeza, descalificarse mutuamente, utilizando unos la crisis para intentar remover al gobierno (en vez de empujar todos en la misma dirección para salir de ella), e intentando los otros tapar la gravedad de la crisis y su errática actuación aprovechando las desventuras del otro.

Vamos, tal y como pintó Goya, dos tipos hundidos hasta las rodillas mientras se aporrean mutuamente con garrotes, en vez de ayudarse el uno al otro a salir.

"Duelo a garrotazos" - Goya

Quien a hierro mata, a hierro muere... y, al final, todos muertos.

Los políticos y sus esposas

Estaba viendo el telediario de La Sexta cuando han informado de los problemas de protocolo que puede suponer que Alemania tenga un ministro de exteriores homosexual, ya que, cuando viaje en en su trabajo de representación de su país acompañado de su pareja, las normas actuales de protocolo no contemplan dónde situar y cómo tratar a una pareja del mismo sexo. Eso sin hablar de los problemas que puede suponer viajar, con o sin pareja, a países donde la homosexualidad está considerada un delito penado incluso con la muerte.

Pero mi pregunta va un poco más lejos: ¿por qué los políticos tienen que viajar con sus parejas, sean del mismo o de distinto sexo, o con sus hijos o hijas? Yo no he elegido a sus parejas, no les he votado, entre otras cosas porque ni siquiera se han presentado a las elecciones, no sé quienes son, y no entiendo por qué tienen que acompañar al político que nos representa en sus viajes oficiales. ¿Paga ese político los gastos de su pareja o, como creo, se cargan a los gastos generales de dicho desplazamiento, es decir, los pagamos con nuestros impuestos?

Mi padre ha sido vendedor por cuenta ajena durante mucho tiempo, y nunca le he visto llevarse a mi madre a visitar a los clientes. Es más, no creo que a la empresa le hubiese hecho ninguna gracia de enterarse de algo así. Y, además, no les hubiera salido a cuenta, dos personas para hacer el trabajo que puede hacer sólo una, y por el que cobra sólo una.

Pero, volviendo a los políticos, el tema principal es que sus parejas no me representan, no han sido elegidas por el pueblo, por los votantes, no tienen ningún derecho a estar ahí, el ser cónyuges de los designados por el pueblo no les da ese derecho.